Thursday, April 12, 2012

"Seguiré hasta el fin. Mato o caigo".

El domingo pasado El País de España publicó una crónica que habla sobre "el mundo de los sicarios de Medellín, jóvenes de vida breve y gatillo fácil". Aunque el tema de la crónica me pareció algo "trillado", después de leerla con atención descubrí algunos puntos que me llamaron la atención. 


La descomposición de la familia debido a la inserción de la mujer al trabajo formal, la contradicción entre el desarrollo económico de Medellín (y del país en general) y el deterioro en las condiciones de vida de las clases menos favorecidas, y la total ausencia de proyectos de vida en estos jóvenes fueron algunos de estos puntos.


Creo que algunos de estos principios pueden aplicarse a sicarios de Medellín, Cali o Bogotá; a guerrilleros, a miembros de las Maras de centroamérica, a pandilleros de Estados Unidos, y hasta a terroristas.


Hice un resumen de toda la crónica recuperando los apartados que en mi opinión son los más importantes. Espero que les guste y los haga reflexionar.


  • “Yo creía que era un problema económico, pero la solución no es solo de dinero. Tiene que ver con la falta de afectos y con distintas formas de rechazo social. Ellos son seres humanos que merecen oportunidades, y las instituciones, llámense Iglesia, Gobierno o escuela, lo único que hacemos es vetarlos. A los chicos los echan de la casa, los echan de los colegios, y entonces su único refugio es la esquina, el combo, que les da un lugar para ser personas... Entre comillas”.

  • El joven (un sicario) ha pasado ya de los 20 años de edad, algo que no logran muchos de ellos. Esnifó su primera raya de cocaína a los 10 años. Con 12 cogió por primera vez un arma de fuego. Con 14 ya era miembro de una banda criminal. “Nos juntamos los de mi barrio, los típicos pelaos que en preescolar íbamos cogidos de la mano para la escuela, y montamos un combo de 80 personas”.

  • “Cuando uno cumple una edad y no estudia ni hace nada, las cuchas [las madres] le ven a uno el símbolo del peso en la cara, y le piden que aporte para la casa. Le dicen que es un mantenido, y eso cala. Yo estuve en ese punto: sin trabajo, con la familia presionando, que llegaba a casa y a mí no me ponían ni un plato de arroz, y me miraban mal si abría la nevera. Y aparece un tipo y le pone delante de usted un millón, dos, tres millones de pesos”.

  • “Cada semana hacía unas ocho vueltas, y con eso me ganaba como 10 millones de pesos (4.200 euros). Viajaba en avión, tenía un apartamento, a todas las niñas que quería, mi moto, revólveres, un rifle, la coca… Mire que entre cuatro consumíamos 70 gramos diarios”. — ¿Y cómo no se murieron? — Uno sí murió de sobredosis, otro se quedó ciego, y a otro un día se le cayó algo blanco de la nariz. Pensó que era una roca de coca, pero era el tabique.

  • En España, un gramo de coca cuesta 60 euros en la calle. En las barriadas de Medellín cuesta 2 euros, y, sin embargo, por allí no se ven drogadictos decrépitos como, por ejemplo, los de los poblados del extrarradio de Madrid.

  • Los jóvenes de ahora no encuentran de dónde sacar dinero, ya no para drogarse, sino para comer o vestirse. Incluso asesinar por encargo, que antes podía ser bastante lucrativo, se ha convertido en un oficio ruinoso: “El otro día, un pelao me dijo que mató a alguien y le dieron 20.000 pesos [8,4 euros] por esa cabeza, y me consta que otros matan hasta por 5.000 [2,5 euros] y que luego usan la plata para comprarle unas arepas a su mamá”.

  • En Medellín, la oferta de asesinos excede la demanda de víctimas. Tanto, que los chicos más jóvenes llegan a matar gratis para intentar hacerse un hueco en el saturado mercado del crimen.
  • Ahora es tan difícil prosperar como sicario que muchos juran que lo dejarían si pudiesen encontrar otro modo de sobrevivir. “Hay infinidad de jóvenes que quieren salirse de esto”. “No hace falta ni siquiera que lo veamos desde el punto de vista humano, sino desde el mero punto de vista comercial: hay una sobrecarga de combos y de sicarios”.

  • Lo paradójico es que mientras el crimen se reduce, parece que aumenta la disponibilidad de chicos empobrecidos y desocupados dispuestos a asesinar para ganar un poco de dinero.

  • Los chicos de las comunas entienden la vida en presente simple, sin más futuro que las próximas horas. “Tienen una idea muy simple de la existencia. Experimentan la muerte al día. Viven el hoy. Lo que se gana, se gasta en el día. Es como una expresión popular que hay por acá que dice: ‘Volador hecho, volador quemado’.

  • Esa correa de transmisión de valores tradicionales se ha ido cortando por la descomposición de las familias humildes, causada en parte por la rápida incorporación de las mujeres al mercado laboral.

  • Mientras tanto, la economía formal prospera. Medellín es la ciudad colombiana mejor valorada internacionalmente como destino de negocios. También es la ciudad colombiana en la que mayor cantidad de riqueza se concentra en un menor número de ciudadanos. Según datos de la Personería, en 2009 la ciudad tenía 2.400.000 habitantes, de los que 900.000 eran pobres, y unos 250.000, indigentes.

  • Algunas frases de un manual de inversión publicado en 2006 por el propio Ayuntamiento de Medellín: “El salario mínimo en Colombia es uno de los más bajos de los países latinoamericanos (…). Colombia tiene uno de los regímenes laborales más flexibles de América Latina (…). Con una jornada laboral diurna extendida desde las 6 a. m. hasta las 10 p. m., el empleador puede contratar dos turnos sin necesidad de pagar horas extra (…). Modalidad de contratación de aprendices sin vinculación laboral con la empresa: el empleador no tiene obligación de pagar prestaciones sociales (…). Colombia presenta costes de despido sin justa causa considerablemente inferiores a países como México, Argentina, Guatemala y Brasil”.

  • Medellín evoluciona, pero no logra incorporar al desarrollo a la mayoría de sus ciudadanos. “Aquí la economía sube y la gente pasa cada vez más hambre”.

  • Las mujeres han dejado de ser amas de casa y educadoras primarias, y sus hijos se han quedado solos, entre un hogar vacío y un ambiente callejero que los atrapa desde la infancia. “Los niños son educados por los combos”. “Para los muchachos, pertenecer al grupo no es un trabajo, es una opción de vida”. “Encuentran el afecto y una identidad. Para ellos, el combo es un lugar en el mundo”.

La crónica, en:

1 comment:

  1. Hay una respuesta de las autoridades de Medellín (alcaldía y policía)en la que confrontan varios datos publicados en el artículo original. El número de homicidios en la ciudad y la cantidad de sicarios disponibles son solo algunos de ellos. La falta de rigor periodístico quedó en evidencia cuando el autor intentó defenderse. Aún así, creo que las tesis principales siguen vigentes.
    Para más información ver: http://www.semana.com/nacion/5000-sicarios-medellin/175434-3.aspx

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