Monday, April 30, 2012

Chavismo y Kirchnerismo: dos expresiones de un mismo mal


Ni el Kirchnerismo se puede explicar sin el Corralito, ni el Chavismo sin el Caracazo.

Desde hace algunas semanas, la Presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, está dando mucho de qué hablar. Primero fue la aprobación de la ley para "desmonopolizar" el mercado de los medios de comunicación (que perjudicó principalmente a medios críticos del gobierno); después vino la reanudación de la guerra diplomática con Reino Unido por la posesión de Las Malvinas; y hace unos días vimos la expropiación de la petrolera YPF a la española Repsol. Estas medidas: la búsqueda de un enemigo externo común, la nacionalización de empresas y el enfrentamiento abierto contra la prensa, se han convertido en algunas de las armas favoritas de los gobiernos populistas del continente y han hecho que la comparación entre la mandataria argentina y su homólogo venezolano Hugo Chávez, sea inevitable. Sus métodos son ya demasiado similares, y la prensa mundial no ha demorado en recordárselo en cuanta línea se escribe sobre ella y sobre las perspectivas económicas del país.

Una mirada a la historia reciente de ambos países puede ayudarnos a comprender por qué allí se han instalado gobiernos populistas y por qué estos siguen gozando de amplios apoyos entre la población.
Empecemos por Argentina. Durante buena parte del siglo pasado, Argentina tuvo importantes éxitos en materia económica y social. Contaba con una amplia clase media, una excelente producción agrícola y obtenía muy fácilmente créditos internacionales; la economía argentina se comparaba más a la de los países desarrollados que a la de un país emergente, y sus habitantes vivían más como europeos que como sus vecinos latinoamericanos.

Pero en el año 2001, Argentina vivió su peor crisis financiera, el “Efecto Tango”. Casi de la noche a la mañana “El Corralito”, una de las expresiones más conocidas de la crisis, sumió al país en una fuerte crisis económica, política y social: los argentinos perdieron buena parte de sus ahorros, más del 21% de la población, casi 3 millones de personas, no conseguían trabajo; el 60% vivía en la pobreza, el producto interno bruto se redujo un 64% y 5 presidentes desfilaron por la Casa Rosada en unas pocas semanas. Las manifestaciones, los saqueos y los disturbios eran pan de cada día.

Buenos Aires durante los días del Corralito
Diez años después, Cristina Fernández de Kirchner ha radicalizado su posición en un viraje aún más extremo hacia la izquierda, la “izquierda revolucionaria”, según ella. Sus seguidores más cercanos han creado un grupo político bastante peculiar. Se llaman La Cámpora. Son jóvenes kirchneristas declarados, la guardia pretoriana de Cristina Fernández. Sus rangos más altos los ocupan amigos cercanos de Máximo Kirchner, hijo de Néstor y Cristina. Están ocupando todos los cargos del organigrama estatal argentino. Uno de los “camporistas” más conocido es Axel Kiciloff, el joven viceministro de economía y artífice de la expropiación de YPF a Repsol.

Venezuela: En 1973 los países productores de petróleo (OPEP) decidieron, de forma unánime, triplicar los precios del petróleo. De un momento a otro, el estado venezolano contaba con enormes recursos y se embarcó en una gran campaña de gasto público. Se hicieron grandes inversiones en infraestructura urbana (carreteras, puentes, estadios), en la cobertura de los servicios sociales, educación y salud. Además de gastar todos sus ingresos, los venezolanos se endeudaron con bancos internacionales. A pesar de los inagotables recursos, Venezuela no aprovechó su época de vacas gordas para diversificar su economía y siguió siendo altamente dependiente del petróleo. En 1986 se reacomodaron los precios del crudo y el barril de petróleo venezolano cayó de 30 dólares a 10. Las finanzas del Estado estaban en una difícil situación y vinieron tiempos muy duros para la población. La gente, que una década antes veía cómo fluían los petrodólares, ahora no tenían con qué comprar comida. Los altos precios de los alimentos y el desabastecimiento de los mercados llevaron a la gente a las calles de Caracas 27 de febrero de 1989 para saquear supermercados y locales comerciales. Los disturbios fueron violentamente reprimidos y cientos de personas murieron en solo dos días. Fue el “Caracazo”, la gran implosión de Venezuela.
Caracas, 27 y 28 de febrero de 1989

10 años después, en 1999, Hugo Chávez se posesionó como Presidente de Venezuela. Junto a él llegó al gobierno una nueva casta de empresarios, burócratas y políticos conocida como la “boliburguesía”. Hoy dominan todos los sectores del Estado venezolano y la industria petrolera, y son a su vez, la guardia pretoriana de Chávez.

Argentina y Venezuela comparten más que el estilo de sus presidentes. Comparten una historia reciente muy similar. Han pasado de ser grandes economías a sufrir terribles crisis sociales en solo unos años y esto ha facilitado la aparición de gobiernos populistas fuertemente respaldados por la sociedad. La Cámpora y la Boliburguesía, aún con grandes diferencias entre sí, son los hijos de esos terribles días de la historia reciente de estos países. Ni el Kirchnerismo se puede explicar sin el Corralito, ni el Chavismo sin el Caracazo. Kircherismo y Chavismo son dos expresiones de un mismo mal: el sentimiento de dos naciones que repentinamente pasaron del orgullo al abismo.

"El Caracazo" sigue aún muy vivo en la memoria de los venezolanos, en particular de los chavistas


Friday, April 13, 2012

Colombia en otras portadas de la revista Time.

No es la primera vez que Colombia llega a una portada de la revista Time.
Estas han sido otras:

The colombian connection: billions in pot & coke - 1979

La agonía de Colombia:
Sobre la tragedia de Armero - 25 mil muertos.

Cocaine Inc. The new drug kings:
Cold-blooded and efficient, colombia´s Cali cartel has cornered the market. Can these men be stopped?

The Colombian Comeback




Algo debemos estar haciendo bien.


The real colombian comeback.

Me alegró inmensamente ver la portada de la revista Time de este mes. "The colombian comeback: from nearly failed state to emerging global player - in less than a decade".

Sin embargo, y sin quitarle méritos a Santos, algunos no olvidamos donde se inició el "real colombian comeback": el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. 

Aquí les dejo un extracto de un artículo de Moisés Naím, un respetado analista político, sobre lo que dejó el gobierno Uribe.

Hablando con Álvaro Uribe
April 01, 2012
by Moisés Naím

Los ataques contra Uribe son también comunes en los medios de comunicación, donde columnistas y comentaristas lo denuncian feroz y constantemente. Esto es sorprendente, ya que Uribe culminó su presidencia con un respaldo del 75%. Y, a pesar de que las denuncias han disminuido los apoyos, el expresidente sigue siendo inmensamente popular en su país y muy respetado internacionalmente.


Hay buenas razones para ello. Durante su presidencia, el país experimentó una transformación casi milagrosa. A finales de los años noventa, Colombia rivalizaba con Afganistán en la lista negra de los Estados dominados por el narcotráfico. Hoy se codea con Chile o Brasil en la lista de países de mayor éxito en América Latina.


Cuando Uribe llegó a la presidencia, en 2002, las guerrillas y las organizaciones paramilitares tenían un inmenso poder. Más de 300 alcaldías estaban cerradas, casi 3.000 colombianos permanecían secuestrados y transitar por las principales carreteras del país era un peligro. Uribe inició una lucha sin tregua contra los grupos armados que tuvo gran éxito. Para el final de su mandato, en 2010, el Estado colombiano había recuperado el control y las FARC están hoy arrinconadas.


La mejoría en la seguridad impulsó la mejoría económica. Colombia crece al 5% anual, tres puntos más que el promedio mundial. En 2011 llegó al 6%. Se crearon casi tres millones de puestos de trabajo y el desempleo pasó del 22% al 12%. Las exportaciones se triplicaron, al igual que las inversiones extranjeras; la inflación cayó al 3,7% y la pobreza disminuyó del 56% al 45%. Aumentó el gasto en salud y educación, a pesar de que la guerra consume mucho dinero público.

Esto no quiere decir que Colombia esté bien. La pobreza es enorme y la desigualdad, intolerable. Las FARC aún cuentan con 8.000 hombres y han proliferado nuevas bandas criminales. Solo el 15% de las carreteras están pavimentadas.

Cuando le pregunté a Uribe sobre sus tensas relaciones con su exministro de Defensa y ahora presidente, Juan Manuel Santos, me contestó que no quiere hablar de sus “tristezas personales”. Pero no titubeó al referirse a los retrocesos que, según él, vive Colombia: “Yo no dejé un paraíso, pero sí un país en buen camino, y ahora tengo preocupaciones por cómo van las cosas”, dijo. Concretamente, se quejó del deterioro de la seguridad y de “señales equívocas en las relaciones internacionales y la defensa de la democracia”. Sobre esto último, y refiriéndose a la más armoniosa relación de su sucesor con Hugo Chávez, enfatizó: “Uno de los problemas es la obsecuencia de ciertos gobernantes con los dictadores. Yo no fui obsecuente con estas nuevas dictaduras… [A cambio de la mejor relación] el Gobierno de Venezuela le ha entregado al presidente Santos premios de consolación, personas de bajo nivel en las FARC. Los verdaderos cabecillas siguen cobijados en Venezuela”.
Finalmente le pregunté: ¿Por qué en Colombia lo atacan tanto? “Cuando tomé las duras decisiones que había que tomar sabía que estaba tocando intereses muy poderosos —de criminales y de sus aliados instalados en la sociedad y la política— y sabía que nunca me lo perdonarían. Y ahora estoy pagando las consecuencias”, respondió.

Para sus millones de simpatizantes esto es obvio. Para sus feroces críticos, esto no es más que otro truco de Uribe para acallarlos. De lo que no hay duda es que Uribe dejó su país en mejores condiciones de como lo encontró.

Thursday, April 12, 2012

"Seguiré hasta el fin. Mato o caigo".

El domingo pasado El País de España publicó una crónica que habla sobre "el mundo de los sicarios de Medellín, jóvenes de vida breve y gatillo fácil". Aunque el tema de la crónica me pareció algo "trillado", después de leerla con atención descubrí algunos puntos que me llamaron la atención. 


La descomposición de la familia debido a la inserción de la mujer al trabajo formal, la contradicción entre el desarrollo económico de Medellín (y del país en general) y el deterioro en las condiciones de vida de las clases menos favorecidas, y la total ausencia de proyectos de vida en estos jóvenes fueron algunos de estos puntos.


Creo que algunos de estos principios pueden aplicarse a sicarios de Medellín, Cali o Bogotá; a guerrilleros, a miembros de las Maras de centroamérica, a pandilleros de Estados Unidos, y hasta a terroristas.


Hice un resumen de toda la crónica recuperando los apartados que en mi opinión son los más importantes. Espero que les guste y los haga reflexionar.


  • “Yo creía que era un problema económico, pero la solución no es solo de dinero. Tiene que ver con la falta de afectos y con distintas formas de rechazo social. Ellos son seres humanos que merecen oportunidades, y las instituciones, llámense Iglesia, Gobierno o escuela, lo único que hacemos es vetarlos. A los chicos los echan de la casa, los echan de los colegios, y entonces su único refugio es la esquina, el combo, que les da un lugar para ser personas... Entre comillas”.

  • El joven (un sicario) ha pasado ya de los 20 años de edad, algo que no logran muchos de ellos. Esnifó su primera raya de cocaína a los 10 años. Con 12 cogió por primera vez un arma de fuego. Con 14 ya era miembro de una banda criminal. “Nos juntamos los de mi barrio, los típicos pelaos que en preescolar íbamos cogidos de la mano para la escuela, y montamos un combo de 80 personas”.

  • “Cuando uno cumple una edad y no estudia ni hace nada, las cuchas [las madres] le ven a uno el símbolo del peso en la cara, y le piden que aporte para la casa. Le dicen que es un mantenido, y eso cala. Yo estuve en ese punto: sin trabajo, con la familia presionando, que llegaba a casa y a mí no me ponían ni un plato de arroz, y me miraban mal si abría la nevera. Y aparece un tipo y le pone delante de usted un millón, dos, tres millones de pesos”.

  • “Cada semana hacía unas ocho vueltas, y con eso me ganaba como 10 millones de pesos (4.200 euros). Viajaba en avión, tenía un apartamento, a todas las niñas que quería, mi moto, revólveres, un rifle, la coca… Mire que entre cuatro consumíamos 70 gramos diarios”. — ¿Y cómo no se murieron? — Uno sí murió de sobredosis, otro se quedó ciego, y a otro un día se le cayó algo blanco de la nariz. Pensó que era una roca de coca, pero era el tabique.

  • En España, un gramo de coca cuesta 60 euros en la calle. En las barriadas de Medellín cuesta 2 euros, y, sin embargo, por allí no se ven drogadictos decrépitos como, por ejemplo, los de los poblados del extrarradio de Madrid.

  • Los jóvenes de ahora no encuentran de dónde sacar dinero, ya no para drogarse, sino para comer o vestirse. Incluso asesinar por encargo, que antes podía ser bastante lucrativo, se ha convertido en un oficio ruinoso: “El otro día, un pelao me dijo que mató a alguien y le dieron 20.000 pesos [8,4 euros] por esa cabeza, y me consta que otros matan hasta por 5.000 [2,5 euros] y que luego usan la plata para comprarle unas arepas a su mamá”.

  • En Medellín, la oferta de asesinos excede la demanda de víctimas. Tanto, que los chicos más jóvenes llegan a matar gratis para intentar hacerse un hueco en el saturado mercado del crimen.
  • Ahora es tan difícil prosperar como sicario que muchos juran que lo dejarían si pudiesen encontrar otro modo de sobrevivir. “Hay infinidad de jóvenes que quieren salirse de esto”. “No hace falta ni siquiera que lo veamos desde el punto de vista humano, sino desde el mero punto de vista comercial: hay una sobrecarga de combos y de sicarios”.

  • Lo paradójico es que mientras el crimen se reduce, parece que aumenta la disponibilidad de chicos empobrecidos y desocupados dispuestos a asesinar para ganar un poco de dinero.

  • Los chicos de las comunas entienden la vida en presente simple, sin más futuro que las próximas horas. “Tienen una idea muy simple de la existencia. Experimentan la muerte al día. Viven el hoy. Lo que se gana, se gasta en el día. Es como una expresión popular que hay por acá que dice: ‘Volador hecho, volador quemado’.

  • Esa correa de transmisión de valores tradicionales se ha ido cortando por la descomposición de las familias humildes, causada en parte por la rápida incorporación de las mujeres al mercado laboral.

  • Mientras tanto, la economía formal prospera. Medellín es la ciudad colombiana mejor valorada internacionalmente como destino de negocios. También es la ciudad colombiana en la que mayor cantidad de riqueza se concentra en un menor número de ciudadanos. Según datos de la Personería, en 2009 la ciudad tenía 2.400.000 habitantes, de los que 900.000 eran pobres, y unos 250.000, indigentes.

  • Algunas frases de un manual de inversión publicado en 2006 por el propio Ayuntamiento de Medellín: “El salario mínimo en Colombia es uno de los más bajos de los países latinoamericanos (…). Colombia tiene uno de los regímenes laborales más flexibles de América Latina (…). Con una jornada laboral diurna extendida desde las 6 a. m. hasta las 10 p. m., el empleador puede contratar dos turnos sin necesidad de pagar horas extra (…). Modalidad de contratación de aprendices sin vinculación laboral con la empresa: el empleador no tiene obligación de pagar prestaciones sociales (…). Colombia presenta costes de despido sin justa causa considerablemente inferiores a países como México, Argentina, Guatemala y Brasil”.

  • Medellín evoluciona, pero no logra incorporar al desarrollo a la mayoría de sus ciudadanos. “Aquí la economía sube y la gente pasa cada vez más hambre”.

  • Las mujeres han dejado de ser amas de casa y educadoras primarias, y sus hijos se han quedado solos, entre un hogar vacío y un ambiente callejero que los atrapa desde la infancia. “Los niños son educados por los combos”. “Para los muchachos, pertenecer al grupo no es un trabajo, es una opción de vida”. “Encuentran el afecto y una identidad. Para ellos, el combo es un lugar en el mundo”.

La crónica, en:

Wednesday, April 4, 2012

La Tragedia de Mali


Mali es un gran país. Tiene una gran extensión territorial, una historia fascinante y una población absolutamente encantadora. Desafortunadamente, por estos días Mali sólo ocupa los titulares de la prensa mundial por catástrofes de la más diversa índole. Una revuelta armada, un golpe de estado y una posible hambruna amenazan a este gran país de caer en una crisis humanitaria de la que solo nos daremos cuenta cuando ya sea demasiado tarde.

Mali está ubicado en el corazón de África Occidental, un problemático vecindario que ha visto repetidas tragedias: terribles hambrunas, crueles dictaduras, tensiones étnicas y religiosas, y la maldición eterna de contar con importantes recursos naturales (diamantes, oro y petróleo, entre otros) que han servido de combustible para algunos de los peores conflictos armados de finales del siglo XX (Liberia y Sierra Leona, solo por citar dos ejemplos).

En medio de todo este complejo desastre, Mali era muchas veces visto como un oasis de tranquilidad. Sin guerras civiles, ni largas dictaduras, ni conflictos con Estados vecinos, Mali estaba logrando que el turismo, la extracción de oro, los cultivos de algodón y la cooperación internacional comenzaran a impulsar un escueto progreso en el país.
Djenné, Patrimonio de la Humanidad.

Pero hoy el panorama en Bamako es incierto porque en solo unos pocos días, el país pasó de ser ese “oasis de tranquilidad” a estar prácticamente al borde del colapso. Esta es la cadena de eventos:

La insurrección Tuareg:

Durante el pasado mes de enero un grupo de combatientes de la etnia Tuareg comenzaron un avance desde sus posiciones en el desolado norte del país hacia el sur. Los Tuaregs son descendientes de las tribus nómadas del desierto; constituyen un 5% de la población del país y se sienten más cercanos a sus vecinos árabes del norte que a sus compatriotas del sur del país, que en su mayoría son de etnias negras. Por esta razón, en repetidas ocasiones se han sublevado contra el poder central de Bamako.

El éxito del avance tuareg tiene nombre propio: Moamar Gadafi. El dictador libio utilizó a cientos de mercenarios tuareg durante la revuelta que lo derrocó y ahora, estos vuelven a casa, sin empleo, pero armados y entrenados para la guerra, mucho mejor que las tropas malienses.

Según la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR), el avance de los Tuareg ha causado la huida de unos 200 mil refugiados a países vecinos, particularmente Mauritania, Níger y Burkina Faso.

El golpe de Estado:

El 21 de marzo, con el argumento de que el gobierno no estaba haciendo lo necesario para frenar el avance Tuareg, un desconocido Capitán del Ejército de Mali lideró un golpe de Estado al Presidente Amadou Touré.

El golpe ha sido ampliamente condenado por la comunidad internacional y ya se han tomado algunas medidas para aislar y castigar a la junta militar. Estas medidas incluyen el cierre de las fronteras terrestres (Mali no tiene salida al mar), congelar las cuentas bancarias del país, cortar el suministro de petróleo y detener la comercialización del oro maliense. Ante la incertidumbre, decenas de agencias de cooperación internacional también han abandonado el país. Estas medidas, si bien están orientadas a asfixiar a los golpistas, terminarán por ahorcar a la población civil.

Lo contradictorio del caso es que tras el golpe de estado, los militares se han concentrado en la capital y sus alrededores, abandonando la lucha en el norte y dejando que las fuerzas insurgentes se refuercen allí y queden con el camino libre al sur, incluso llegando a tomarse la legendaria ciudad de Timbictú.

La tragedia medioambiental:

Mercado en Diré, hoy territorio ocupado por los Tuareg.   
 Diré, hoy territorio ocupadoEn este 2012, la región del Sahel (la franja de tierra entre el desierto del Sahara y las selvas del África sub-sahariana) se encuentra de nuevo con altas probabilidades de tener que enfrentar una grave hambruna debido a la sequía. Según Oxfam, varias agencias ya han hecho sonar las alarmas sobre la crisis que se avecina: Solo en Mali, cerca de 1.7 millones de personas tienen riesgo de sufrir inseguridad alimentaria, en el resto del Sahel sería un total aproximado de 13 millones.

El peor escenario:

Es imposible saber qué sucederá en el país africano. Lo único cierto es que los tres lados de la tragedia de Mali son cada vez más graves:

La insurrección Tuareg no tiene un futuro claro y cuenta con una creciente presencia de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), que busca la creación de un Estado islámico regido por la Sharia (similar al del Afganistán bajo los talibanes) y que está haciendo de los cooperantes extranjeros uno de sus blancos preferidos. Sin la ayuda internacional gestionada por estos cooperantes, miles de personas no podrán comer en los próximos meses.


Finalmente, todo esto podrá ser el caldo de cultivo que intensifique las tensiones en la región y que podría empujar el conflicto hacia los países vecinos, donde el contexto social es similar. El peor de los casos sería una nueva ola de inseguridad regional: con 13 millones de personas amenazadas por el hambre en Mauritania, Mali, Níger y Sudán, los extremistas islámicos y las bandas criminales que operan en la región tendrán un escenario perfecto para llevar al Sahel al borde del precipicio. Una repetición del caso de Somalia podría ser perfectamente viable, algo que el mundo moderno no puede tolerar.

Conversando con los Tuareg en el norte de Mali.