Hasta hace poco teníamos la creencia de que para cometer un
acto terrorista de gran impacto se necesitaba una gran maquinaria, una gran red
que fuera capaz de mover las personas, el dinero, las habilidades y la
experiencia, necesarias para golpear en suelo europeo o norteamericano. Los Estados
y sus fuerzas de seguridad han adquirido una gran experiencia en combatir y desbaratar
este tipo de organizaciones. Pero ante este panorama, el terrorismo mundial ha
adquirido una nueva cara, ha mutado y se ha adaptado al nuevo escenario.
A diferencia de los terroristas de Nueva York, Londres y
Madrid, los
terroristas de Boston, los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, ni
pertenecían, ni tenían contacto con redes de terrorismo, ni de Al Qaeda ni de ninguna
otra. Eran unos “lobos solitarios”.
Los “lobos solitarios” son una clase de terroristas que actúan por sí
solos y al margen de cualquier organización conocida. No cuentan con ninguna clase
de apoyo por parte de grupos radicales como Al Qaeda, no tienen acceso a
grandes sumas de dinero, ni a las redes de cooperantes, ni al know-how de
otros terroristas. Sus métodos son simples pero eficaces y son muy difíciles de
detectar antes de que hayan atacado.
Los “lobos solitarios” no son algo nuevo pero al parecer son la nueva
cara del llamado “terrorismo islámico”. Hace un año, en Francia, Mohamed Merah
asesinó a siete personas – tres militares, un rabino y tres niños judíos –.
Dijo que lo había hecho para vengar a los niños palestinos. En 2011 un joven alemán
llamado Arid Uka asesinó a dos soldados estadounidenses en el aeropuerto de
Frankfurt – dejó gravemente heridos a otros dos – en lo que se considera como
el primer asesinato de implicaciones islámicas en Alemania. En 2009, Nidal
Malik Hassan, un Oficial del Ejército de Estados Unidos, disparó y asesinó a
otros trece soldados en Fort Hood, Texas. Se le conocía por sus controvertidas
opiniones acerca del rol de las fuerzas estadounidense en países musulmanes. En
2008, en Jerusalem, Hussam Taysir Duwait montó en su bulldozer y lo abalanzó sobre
autos y peatones matando a tres de ellos e hiriendo por lo menos a 48 más.
Pero lo que más me asustó de los ataques de Boston es la
facilidad con la que se llevaron a cabo: los hermanos Tsarnaev solo necesitaron acceso
a internet y dos ollas de cocina.
“Inspire”
Hace unos meses vi con mucha preocupación una noticia sobre “Inspire”,
una revista publicada por Al Qaeda. Inspire
es una especie de “Manual para terroristas” y hace énfasis en la necesidad de
incrementar los ataques individuales de radicales sin nexo, autorización o
recursos de grandes redes terroristas.
Tuve acceso a una de sus últimas ediciones en la que la
revista hace gala de una gran imaginación y recursividad para la planeación de
los ataques (está
colgada en internet). Sus autores instan a que los futuros terroristas conviertan
objetos de uso cotidiano en instrumentos de terror. Por ejemplo: contiene
instrucciones detalladas sobre cómo hacer bombas a partir de ollas de presión –
como en el caso de los hermanos Tsarnaev – pero también propone atentados tan
exóticos como la quema de grandes extensiones de bosques, causar accidentes de
tránsito en autopistas, la quema de vehículos y usar grandes autos para
arremeter contra grupos de personas que, por ejemplo, esperen en una parada de
bus. En el caso de Estados Unidos en particular, alientan a que aprovechen la
facilidad para comprar armas de fuego, rifles de asalto y de gran calibre, y
disparar de forma indiscriminada contra civiles.
Según el experto en terrorismo internaciona Jeffey D. Simon, lo que
hace que los lobos solitarios sean tan peligrosos es su capacidad de pensar
fuera de lo pre-establecido. Puesto que operan por sí mismos, no hay presión
de grupo o el proceso de toma de decisiones que podrían sofocar su creatividad –
Los lobos solitarios son libres de actuar en cualquier escenario que puedan
imaginar. Y añade que gracias a esta libertad, los lobos solitarios han sido
“pioneros” en la “invención” de nuevos e imaginativos métodos de terrorismo,
como por ejemplo, el primer carro-bomba de la historia (1920), la primera explosión
de un avión en el aire (1955), los secuestros (1961), así como los ataques con
cartas impregnadas de ántrax en Estados Unidos (2001).[1]
Las razones por las cuales personas aparentemente normales
como los hermanos
Tsarnaev, Mohamed Merah, Arid Uka, Nidal Malik Hassan o Hussam Taysir Duwait,
por muy variopintas y retorcidas que nos parezcan, son fuertes. Además, deben
de ser muy convincentes, pues han llevado a decenas, tal vez cientos o miles de
personas, a dar sus vidas por esas causas. Pero por más que leo, estudio, viajo
y hablo con gente, todavía no lo entiendo, y eso, al final, es lo que más me
asusta.
[1] JEFFREY
D. SIMON. An Army of One. What makes
lone-wolf terrorists so dangerous? Revista Foreign Policy Online, Abril 17
de 2013, en:
http://www.foreignpolicy.com/articles/2013/04/17/an_army_of_one?page=0,0